Propagandismo, sectarismo y política revolucionaria (una polémica con Rolando Astarita)

| 9 octubre, 2011 | Comentarios (16)

Hace pocos días Rolando Astarita escribió un post en el cual critica duramente el comunicado de prensa del PTS publicado tras haberse desbaratado el montaje judicial que hizo el gobierno nacional para encarcelar al dirigente ferroviario “Pollo” Sobrero. En dicho comunicado nuestros compañeros Christian Castillo y José Montes, candidato a vicepresidente y a Gobernador de la Provincia de Buenos Aires por el FIT, exigen la renuncia del ministro Aníbal Fernández, la destitución del juez Yalj, la apertura de los archivos de la SI (ex SIDE) y la formación de una comisión investigadora independiente que investigue quién y cómo armó la causa, y las relaciones del gobierno con la empresa concesionaria del ferrocarril Sarmiento. En este post queremos responder a sus principales argumentos.

1. Nos dice Astarita: en el mundo concreto en que vivimos, pienso que estas demandas no llevan a ningún lado; y son funcionales a la propaganda que tiende a presentar todo como producto de errores de personas. El sistema en sí no es el problema, lo que fallan son las personas. Aquí habrían actuado mal un juez y un jefe de gabinete, de manera que hay que reemplazarlos; por este camino, podría llegarse a un Estado más democrático, más tolerante, etc. El foco de la atención está puesto en los personajes”. Y agrega: “el ataque a Sobrero no es producto del odio personal de Aníbal Fernández a los ‘troskos’, sino el resultado de una orientación del Estado en defensa del capital”, para sentenciar más adelante: Todos estos funcionarios no son más que fusibles del sistema (…) Es la vieja política de cambiar algo para que todo siga igual.”

¿Pero esto realmente sería así? Tras haberse desbaratado el escandaloso montaje judicial del gobierno de Cristina Kirchner para encarcelar al Pollo Sobrero y otros compañeros ferroviarios (y esa es la coyuntura concreta en la que estamos), nuestro planteo pasa en primer lugar por desarrollar la movilización en pos de la renuncia de Fernández y la destitución del juez Yajl, un juez (dicho sea de paso) que hizo sus primeras armas en la justicia durante la dictadura.

Decir que nuestra posición es que “por este camino, podría llegarse a un Estado más democrático, más tolerante, etc.” es un invento, porque este objetivo no está desligado de la denuncia y el enfrentamiento con el conjunto del gobierno y el régimen capitalista. Nuestra denuncia a Aníbal Fernandez es una denuncia contra su jefa, Cristina Fernández de Kirchner.

Ahora, le preguntamos a Astarita: imponer la renuncia, en esta coyuntura concreta, de nada menos que el Jefe de Gabinete de CFK, ¿no implicaría una dura derrota para el gobierno? O supongamos, si mediante la movilización obrera y popular se impusiera que el Congreso Nacional, el mismísimo parlamento burgués, destituyera a Fernández –atribución que el Congreso posee desde 1995, aunque no la hizo efectiva en ningún caso–, ¿seguiría todo igual? ¿No sería esto una victoria para el movimiento obrero y popular, y un escarmiento a la burguesía, en tanto y en cuanto su personal político (actual y futuro) quedaría condicionado por una relación de fuerzas más desfavorable respecto a nosotros? Después de haberse desarticulado la patraña contra Sobrero y haber sido derrotado el gobierno, ¿sería o no una nueva derrota la renuncia de Aníbal Fernandez, desprestigiado por esta derrota previa? Sí, lo sería. En este sentido, ¿mejoraría esto la posición de la clase obrera? Categóricamente.

Pero esto no es así para Astarita. Por el contrario, exigir la renuncia del ministro Fernández no sólo no le parece atinado, sino que le parece… ¡“perjudicial”! “Es que no sólo plantea un objetivo que no representa progreso alguno, sino también lleva agua al molino de los que quieren hacernos creer que hoy ‘la lucha por el cambio’ (vaya a saber uno qué es ese ‘cambio’) pasa por disputarle ‘a la derecha’ espacios de poder en el futuro gobierno K.”

El PTS está en oposición directa del oportunismo “de izquierda” que gusta hacer denuncias vacías para sembrar expectativas en las posibilidades de reforma del régimen democrático burgués. Pero también lo está de la posición opuesta, pero igualmente perniciosa: el propagandismo pasivo.

Aníbal Fernandez es el brazo político de Cristina Fernandez. Golpearlo políticamente, exigir y si lo permite la relación de fuerzas, imponer su renuncia, ¿debilita o fortalece al gobierno? No preguntarse esto es renunciar a la política. Al contrario del abstencionismo “principista” de Astarita, arremeter contra el gobierno que acaba de fracasar en un montaje judicial escandaloso contra un referente del sindicalismo combativo y la izquierda, denunciar a sus funcionarios y por ende “trabajar” sobre las divisiones que se insinuaron con la burocracia sindical y el ala “izquierda” del kirchnerismo, es una manera muy concreta de debilitar al gobierno a pocas semanas de las elecciones presidenciales en las que previsiblemente será reelegido por el 50% o más de los votos. No hacerlo, sólo lleva a sostener una posición abstracta de principios. Parafraseando a Rosa Luxemburg, la política de Astarita queda así reducida a “nichtsalspropagandismus” (nada más que propagandismo).

2. Para convencernos de su no-política, Astarita utiliza un fuerte recurso de autoridad: “la posición de Lenin en 1917” ante la filtración de informaciones sobre las “tratativas secretas con los aliados del Ministro de Relaciones Exteriores, Milyukov, para continuar la guerra”. Astarita nos recuerda que las manifestaciones populares lograron en ese momento la renuncia de Myliukov, pero no que los tratados secretos salieran a la luz y que entonces “Lenin argumentó que un cambio de personas no hacía ninguna diferencia, y solo alimentaba falsas ilusiones. Escribía: ‘Todo el gobierno provisional es un gobierno de la clase capitalista. Es un asunto de clases, no de personas. Atacar personalmente a Milyukov, demandar, directa o indirectamente, su renuncia, es una comedia estúpida, ya que ningún cambio de personalidades cambiará algo en la medida en que no cambien las clases que están en el poder” (Íconos contra cañones, frases contra el capital’ O. C. t. 24).”

Astarita se da cuenta de que la situación actual argentina tiene poco que ver con la rusa del siglo pasado y nos dice: “rescato el enfoque de Lenin, anclado en un criterio materialista. Lo central es retener que las orientaciones políticas fundamentales de los Estados y gobiernos no dependen de las personas a cargo, sino de las fuerzas políticas y sociales que los mismos expresan, y los sustentan. Son estas fuerzas las que establecen los escenarios en los que actúan los personajes”. Pero esta aclaración general con la que no podemos más que tener acuerdo, no le da el derecho a Astarita de descontextualizar tan groseramente el pensamiento político de Lenin.

Hay texto y contexto. La situación y los textos que cita Astarita son concretos. El caso Miliukov se da en un momento determinado de la revolución rusa, durante el mes de abril de 1917. Con la entrada de EEUU a la guerra en apoyo de la Entente contra Alemania, la burguesía rusa buscaba abiertamente ser parte del nuevo reparto imperialista. En ese marco, Miliukov, ministro de negocios extranjeros del Gobierno Provisional y principal dirigente del partido burgués Kadete, expone en una entrevista el programa imperial de la Rusia burguesa y terrateniente. Su objetivo era conseguir para Rusia los Estrechos de los Dardanelos, la ocupación de Constantinopla y Armenia, el reparto de Austria y Turquía, la ocupación de la Persia Septentrional, y luego de esta masiva invasión imperialista, como socia menor de la Entente, otorgar graciosamente el “libre” derecho de los pueblos soberanos. Así, por la provocación de exponer abiertamente la política imperialista de la burguesía rusa, comienza una difícil crisis política para el inestable “régimen del doble poder” surgido de la “Revolución de febrero”, con un gobierno en manos de representantes burgueses, terratenientes y socialrevolucionarios, pero con el apoyo del Comité Ejecutivo de los Soviets, hegemonizado en ese momento por los partidos “conciliadores” como los mencheviques.

El plan de Miliukov consistía en conspirar junto a la Entente y el General Kornilov para resolver la situación de doble poder a su favor, es decir, para enfrentar la revolución. La respuesta contra esta conspiración no vino de la cúpula de los “soviets” dirigidos por los conciliadores, sino de las masas, quienes el 18 de Abril protagonizaron una acción histórica independiente. Era un hecho que la figura del ministro concentraba todo el descontento de las masas y el movimiento iba dirigido contra él. En control de los soviets, los mencheviques sostendrán entonces la consigna de renuncia de Miliukov para evitar que se impusiera una salida verdaderamente revolucionaria, que se sintetizaba en la consigna bolchevique de “todo el poder a los soviets”. Solo Lenin luchaba por llevar las conclusiones políticas hacia la denuncia de la guerra como una  carnicería imperialista y el ataque al conjunto del Gobierno Provisional por representar los intereses de la burguesía, mientras los conciliadores buscaron contener el movimiento.

El objetivo estratégico de Lenin –estructurado a partir de sus Tesis de abril– fue desarrollar toda una serie de políticas tácticas, ateniéndose a los vaivenes y cambios bruscos de la situación, que permitieran desarrollar la lucha de clases y la organización independiente del proletariado hacia la conquista del poder político. Y esto lo hace incluso contra los viejos bolcheviques que como Stalin y Kamenev (que vale recordar en ese momento aún dirigían la Pravda), seguían repitiendo viejas formulas y planteando una orientación política conciliadora. Es en ese marco que Lenin se opone a la consigna por la caída de Miliukov. La política de Lenin en abril de 1917, su sentencia de que “ningún cambio de personalidades cambiará algo en la medida en que no cambien las clases que están en el poder”, tenía entonces un carácter manifiestamente educativo para la vanguardia obrera y las masas… A la vez que la actitud de Lenin era opuesta a cualquier aventura para pelear por el poder, combatía duramente cualquier ilusión de las masas en el gobierno provisional.

Todo esto Astarita lo sabe (o debería saberlo). Pero a pesar de ello cae en el despropósito de hacer una comparación entre dos situaciones enteramente distintas (la situación revolucionaria de 1917 en Rusia y la situación no revolucionaria –¿hace falta decirlo?– de 2011 en Argentina), por no hablar de las diferencias insalvables entre el régimen del doble poder y el Gobierno Provisional ruso de abril de 1917 en plena Primera Guerra Mundial…. ¡y el gobierno burgués de Cristina Kirchner!  ¿Cuál es el objetivo de esto? Nada mas que justificar su abstencionismo político.

Para “enfrentar al capital” no alcanza con sacar a relucir algunas citas de Lenin sacadas de contexto… lo que hace falta es orientar políticamente a la vanguardia obrera –y por su intermedio entablar un dialogo con las masas- en las luchas que debiliten y en perspectiva derroten los “centros de gravedad” de la burguesía. Para “enfrentar al sistema” es necesario hacer política revolucionaria.

3. Pero Astarita insiste con las definiciones abstractas: “El aparato de represión contra los socialistas y críticos del sistema, seguirá intacto, en tanto continúe vigente el dominio del capital”. Por ello se horroriza ante los planteos del PTS de formar una comisión investigadora independiente para esclarecer el montaje realizado contra Sobrero o exigir la apertura de los archivos de la SI. Para Astarita impulsar esto “equivale poco más o menos a establecer el control del pueblo y la izquierda sobre el Estado y la clase capitalista. ¿Qué sentido tiene esto?”.

Vayamos por partes: la exigencia de que se forme una comisión investigadora independiente, tiene el objetivo de plantear que la investigación de estos hechos debe llevarse a cabo y no puede quedar en manos de las instituciones judiciales del Estado burgués, totalmente incapaz de investigar seriamente porque la conspiración surgió de sus propias entrañas. De este modo se ayuda los trabajadores a desnaturalizar la idea de que “la justicia es imparcial”, sino que es una justicia de clase, por lo cual no es posible llegar a la verdad de los hechos si no es mediante la independencia absoluta del Estado burgués. Lejos de crear “ilusiones” en las instituciones de la burguesía, esta política las cuestiona abiertamente. ¿Se entiende?

¿Y la apertura de los archivos de la SI, de los cuales el propio Juez hizo referencia en la causa Sobrero? La posición de Astarita es que tenemos que soportar pasivamente que sigan espiando impunemente a los luchadores obreros y populares sin siquiera exigir la apertura de los archivos, porque esta política es vana y siembra confianza en la democracia burguesa. La nuestra, por el contrario, tiene el sentido de denunciar, demostrar, develar, descubrir, evidenciar… que el aparato judicial y los organismos de seguridad no sirven para velar por la “justicia para todos” y para “defender la patria”, sino para defender los intereses de los enemigos de clase y conspirar contra los trabajadores y el pueblo, y que por ello, por ser un arma del Estado contra cualquier (real o potencial) opositor o crítico del sistema, merecen ser disueltos.

Por otro lado, la apertura de los archivos de la ex SIDE es un reclamo central de los organismos de Derechos Humanos con respecto a la dictadura. Aunque parezca mentira que tengamos que explicar esto, esta exigencia es clave hacer consciente a la vanguardia obrera y popular, que existe plena continuidad en el aparato de represión desde la época de la dictadura hasta el presente, que dichos archivos seguramente esconden invalorable información sobre el destino de miles de desaparecidos, que protegen a todos los genocidas participantes de la dictadura que hoy siguen vivos y cumpliendo funciones, que resguardan la identidad de de todos los cómplices civiles (empresarios, jueces, curas) que siguen haciendo negocios o son funcionarios de los tres poderes del Estado.

Este es un planteo estratégico, opuesto al maximalismo “infantil” de Astarita. En el marco de una orientación defensiva que se corresponde con la situación y las propias fuerzas de la vanguardia obrera y la izquierda, esta denuncia y esta exigencia es una política ofensiva contra el régimen, a la vez que educa a la vanguardia obrera.

Solo aquel que no tiene como propósito construir una organización política que luche contra el poder de los capitalistas, puede considerar que la educación de la vanguardia y sectores de las masas obreras no tiene sentido. Así, usando como excusa infantil que atacar a los personeros e instituciones del régimen burgués solo engendra “ilusiones”, Astarita queda preso de la impotencia, auto-inhibiéndose de enfrentar al régimen democrático burgués y los “poderes reales” de dominación del capital… más allá de las denuncias abstractas que haga desde las páginas de su blog.

4. La política de Astarita no sólo es abstracta y abstencionista, también es profundamente sectaria (valga recordar de paso que el sectarismo suele ser la triste contracara del oportunismo, como el que llevó a Astarita a confiar en las bombas de la OTAN para que Libia se “libere” del dictador Kadafi y obtenga “la democracia”, como discutimos acá y acá). Su posición está infinitamente por detrás de la ubicación de los socialistas europeos en el famoso “affaire Dreyfus”, un caso que tuvo un enorme impacto político internacional. Recordemos el contexto: el affaire Dreyfus fue un proceso judicial montado en 1894 por los círculos reaccionarios monárquicos del militarismo francés contra el oficial judío Alfred Dreyfus, miembro del Estado Mayor General francés, quien fue falsamente acusado de espionaje y traición al Estado. Dreyfus fue condenado por el Tribunal Militar a prisión perpetua, sin embargo, el extraordinario movimiento social que se desarrolló en Francia en favor de la revisión del caso, en medio de una lucha encarnizada entre los republicanos y los monárquicos, dio por resultado la absolución de Dreyfus en 1906. El caso dividió a la sociedad francesa a fines del siglo XIX y principios del XX entre dreyfusards (partidarios de Dreyfus) y antidreyfusards (opositores a Dreyfus), creando la crisis política y social más importante de Francia en mucho tiempo. Emile Zola y sus amigos  intelectuales (de diversos sectores pequeñoburgueses), tampoco tenían “poderes” para investigar ni meter preso a nadie como exige Astarita para que se plantee una política como la que levantamos, pero hicieron un inmenso aporte a la lucha contra la reacción clerical, el antisemitismo y el guerrerismo europeo.

Lenin sostiene que esos acontecimientos y la etapa que abren –en la que surge como gran tribuno Jean Jaurés (gran personalidad también reconocida por Trotsky)–, eran después de la durísima derrota de la Comuna de París, la primera vez que se desarrollaba una situación pre-revolucionaria en Francia.

El conformar hoy una comisión de investigación y denuncia independiente del gobierno y del Estado, con trabajadores y representantes del sindicalismo de base, e integrada también por organismos de DD.HH. y personalidades democráticas, que pudiera hacer un décimo, un céntimo, de lo que hizo Zola con el J’acusse (por no hablar de la Comisión Dewey frente al Caso León Trotsky), haría avanzar  enormemente la causa de los trabajadores y retroceder los intentos de represión bonapartista del gobierno de Cristina Kirchner, como se intentó en el caso Sobrero, que ahora, por orden del juez Yalj, pasa a ser investigado por la SI, un aparato que a la vez que hace esto, muy probablemente esté preparando nuevos “platos picantes” para la vanguardia obrera y la izquierda militante.

El Diablo y DP

Post publicado originalmente en el blog El Diablo se llama Trotsky: http://eldiablosellama.wordpress.com/2011/10/10/propagandismo-sectarismo-y-politica-revolucionaria-una-polemica-con-rolando-astarita/

Category: Artículos, Ideas y debates

Comments (16)

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  1. AP dice:

    Compañero Diego. Reivindico el esfuerzo por responder la crítica. No comparto el contenido. Por fuera de las diferencias que tengo con el compañero RA, acuerdo con su planteo en este punto específico. No se si el compañero contestará y no me preocupa demasiado. Pero entiendo que las argumentaciones que usted ha vertido en este blog, atacan a quienes no estamos de acuerdo con el comunicado que usted defiende. El planteo de Lenin frente a las jornadas de Abril era correcto en una situación revolucionaria y lo es doblemente en una típica situación ‘no revolucionaria’ como la que atravesamos en Argentina. Efectivamente, ‘hay que decirlo’, la situación es no revolucionaria, sobremanera después de la ‘educación’ que se ha impartido a camadas de revolucionarios en torno a las situaciones revolucionarias crónicas, la revolución a la vuelta de la esquina o a unas pocas cuadras y los regímenes ‘kerenskistas’ que asoman por todos lados.
    No tengo fundamentos para opinar sobre la acusa de ‘propagandismo pasivo’ que usted endilga al compañero en cuestión, tal vez usted esté mejor informado. Pero me parece que tras de ella se esconde la acusa al ‘propagandismo activo’ que defendemos muchos compañeros, entre ellos los que integramos la agrupación ‘Batalla Marxista’ que, en este caso, quedó enteramente demostrado con el reparto de un millar de volantes en la movilización del lunes, poniendo el llamado a luchar por la liberación de los compañeros presos en relación directa con la represión sistemática que ejerce el estado democrático capitalista. Tal vez eso sea lo que usted llama ‘infantilismo maximalista’. Si decir la verdad a los trabajadores nos hace infantilistas maximalistas, estamos orgullosos de serlo en cada escrito de propaganda y en cada intervención práctica en el movimiento obrero. Ello no significa ‘quedarse sin política’. Quedarse sin política es jugar a llamamientos que no encuentran bases en la realidad para su aplicación. En la presente situación, no hay en curso una polarización de las masas a la izquierda. No hay una puja entre fracciones o proyectos burgueses que desgarren a la República. Las masas obreras, en su abrumadora mayoría no ven el ataque a los luchadores como una herida abierta en su propia carne. La clase media no lo ve como una mácula a la democracia o los derechos democráticos. Si pensamos que un llamamiento es el principio motriz de esa fuerza democrático proletaria, empezamos al revés. Primero hay que convencer la masa crítica necesaria de que hay que tirar abajo al gobierno representante de la clase capitalista, con ministros incluidos y después pasar a los llamamientos, cuando las condiciones estén dadas. Eso no se logra con apelaciones al ‘gobierno de trabajadores’ surgido de las urnas. Afirmar que los archivos de la SI pueden ser abiertos por comisiones independientes, pero por mecanismos democráticos o parlamentarios es una falacia. Para entrar en los resortes más íntimos del estado burgués se necesita indefectiblemente del poder obrero. Esta cuestión se debe conectar explícitamente con la puesta en pie de una fuerza revolucionaria en condiciones de hacerlo. El propio Trotski, afirmó en el Programa de Transición que así había que proceder con las consignas principales del mismo. Abrir los archivos del estado o directamente ‘disolver'(sic) las fuerzas que los protegen, no es una cuestión menor. Con agitar en forma aislada no alcanza, es más se corre el riesgo de deslizarse al más burdo oportunismo. Por último. Pretende usted, compañero Diego, establecer un paralelismo entre la situación de Francia fines del siglo 19 y la Argentina kirchnerista. ¿Como, no era que la cuestión no aguanta la descontextualización? Ciertamente la causa popular desatada en torno al caso Dreyfus despertó la simpatía de miles de socialistas y hasta su compromiso activo. Pero ello no los llevó a sembrar confianza en las virtudes de la democracia republicana. Fíjese lo que escribió Lenin: ‘ El sabio señor Kautsky «ha olvidado» — probablemente por casualidad. . . — una «pequeñez»: el partido dominante de una democracia burguesa sólo cede la defensa de la minoría a otro partido burgués, mientras que al proletariado, en todo problema serio, profundo y fundamental, en lugar de «defensa de la minoría» le tocan en suerte estados de guerra o pogroms. Cuanto más desarrollada está la democracia, tanto más cerca se encuentra en toda divergencia política profunda, peligrosa para la burguesía, del pogrom o de la guerra civil. El sabio señor Kautsky podía haber advertido esta «ley» de la democracia burguesa en el asunto Dreyfus en la Francia republicana, en el linchamiento de negros e internacionalistas en la democrática República de los Estados Unidos, en el ejemplo de Irlanda y de Ulster en la democrática Inglaterra[14], en la persecución de los bolcheviques y en la organización de pogroms contra ellos en abril de 1917, en la democrática República de Rusia. Intencionadamente cito ejemplos que no corresponden sólo al período de guerra, sino también al período prebélico, al tiempo de paz. El melifluo señor Kautsky estima oportuno cerrar los ojos ante estos hechos del siglo XX, y contar, en cambio, a los obreros cosas admirablemente nuevas, de extraordinario interés, inusitadamente instructivas e increíblemente enjundiosas sobre los whigs y los tories del siglo XVIII.’
    Gracias por su atención y la de los lectores del blog.

  2. yuyo dice:

    Astarita es un hombre ilustrado, con conocimientos enciclopedicos quasi enormes, paramount!. Pero le falta el ‘animal politico’, el instinto y el sentido necesario para poner en ‘accion politica inmediata’ las teorias y conocimientos que vienen del ayer, de la historia.

  3. Ana dice:

    Será que al ir de frente con la verdad, presentándola tal como es al proletariado, como por arte de magia Lenin y Astarita (y [email protected] que pensamos y vemos la política así) nos transformamos en sectarios?
    Y si en vez de acusar e incriminar tanto nos limitamos al debate?
    Saludo, sacando las acusaciones y chicanas de por medio, el debate entre marxistas.

  4. Martin Argo dice:

    Creo que Ana y AP abusan de la muletilla «decir la verdad a los trabajadores».
    De paso, meten de contrabando la idea de que el frente de izquierda les miente, ya que los induciría a confiar en que los reclamos que ellos plantean serán alcanzados indoloramente, sin lucha, etc.
    Esto es claramente una mentira -los partidos que integran el FIT sistemáticamente señalan los límites insalvables del capitalismo y la necesidad de su superación mediante una tenaz lucha de clases- y me hace dudar sobre la honestidad de quienes lo dicen.

    Me limitaré a señalar que, tal como lo plantean Ana y AP, eso de «decir la verdad a los trabajadores» no pasa de ser una abstracción.
    En la práctica puede ser perjudicial vociferar ante un trabajador una verdad que no está todavía en condiciones de entender (quizás porque ignora todavía muchas verdades intermedias), o a un trabajador que aún no está interesado en ella.
    Puede suceder, incluso, que las dificultades de comprensión sean explotadas por el enemigo de clase (por ejemplo, propagandizar inoportunoa y sin haber sido consultado al respecto, sobre la necesidad de la violencia revolucionaria hasta sus últimas consecuencias, puede facilitar que a la conciencia de un trabajador despolitizado se incorpore la idea, mucho más asequible, que propaga la derecha: «la izquierda es terrorista», «son violentos», «vándalos», etc.).

    ¿Siempre toda la verdad, ni un gramo menos?
    No tiene sentido recitar, en cada lugar y momento, toda la verdad desde Darwin hasta Gödel, pasando por todas las etapas intermedias que a Ana o a AP se les puedan ocurrir. Eso no es de ningún provecho para nadie.
    Por el contrario, en cada momento hay que saber decir aquella verdad que incentiva a los trabajadores a la acción, y los ayuda a dar un pasito, modesto pero firme y concreto, en el avance de su conciencia de clase. Y esto sucede cuando esa verdad, esperada y oportuna, no se reduce a una mera verdad de razón (o, peor, a pura propaganda como es el caso de RA y AP) sino que se concentra en puntos o consignas que al ser sometidos en la acción inmediata -en la lucha- a la prueba de la experiencia, dan lugar no a una ilustración teórica sino a una convicción militante o, al menos, más activa y organizada.

    AP alcanza el colmo del ridículo cuando afirma que la prueba de que su propagandismo visiblemente desvinculado de toda acción concreta (precisamente por no introducir los temas en la medida en que la acción y la experiencia los reclaman) no es pasivo porque… un insignificante grupúsculo sin presencia en las luchas obreras y populares distribuyó mil volantes en una manifestación organizada por… la izquierda a la que él mismo critica!
    Ridículo y todo, declaraciones como esta dejan ver, mejor que mil argumentaciones sofisticadas, la irrealidad de planteos como los de RA y AP, y su distancia con el real desarrollo de la conciencia y las luchas obreras y populares. Bien ganado tienen el mote de infantilistas.

  5. AP dice:

    Compañero Martín. Por empezar no le permito que ponga en duda mi honestidad o la de la compañera Ana a quien no conozco. Comentarios de este tipo destilan sectarismo y estalinismo por todos los poros y están destinados a predisponer al lector en contra de determinadas críticas mediante procedimientos subrepticios y maledicentes. Lo que aquí tenemos bajo análisis es un aporte del compañero Diego Lotito que abunda en ataques ‘ad hominem’ y en mi opinión, flaquea en argumentos. Una defensa incondicional del llamado a la renuncia de un funcionario de gobierno o del llamado a disolver la SI mediante la ‘movilización popular’. Bien, sobre este punto estoy completamente en contra, en forma y contenido. Dadas las condiciones ‘no revolucionarias’ imperantes (D.L. dixit), llamamientos de este tipo no suscitan la más mínima movilización de los trabajadores y por el contrario, estimulan la idea que es posible obtener progresos de la causa socialista, o modificaciones e la relación de fuerzas entre las clases por la renuncia de funcionarios o jueces ineptos o funcionales al poder político de turno. Dice usted que ‘En cada momento hay que saber decir la verdad que incentiva a los trabajadores a la acción y los ayuda a dar un pasito, modesto pero firme y concreto, en el avance de su conciencia de clase’ Pues bien, decir que la renuncia de un ministro o un juez (por mal desempeño de los deberes republicanos o por ser peones de un gobierno) contribuye a este avance, sencillamente, no es verdad. Decir que aunque nunca haya ejercido ese derecho, el parlamento está facultado para destituir funcionarios, por lo que se le debe impulsar en ese sentido, mediante la ‘movilización popular’, no contribuye a ese avance, por que la ‘movilización popular’ que pueda imponer semejante cosa, ni siquiera existe embrionariamente y no se la puede fabricar por inventos de un Comite Central. En otro plano de la misma discusión. Decir que es factible abrir los archivos de la SI o directamente ‘disolverla’ mediante procedimientos democráticos alentados por una fantasmagórica ‘movilización popular’ que solo existe en mentes afiebradas, no contribuye al avance en la conciencia, sencillamente por que no es verdad. Más aún, es una absoluta falsía, puesto que, para ‘disolver’ el aparato represivo se requiere de una poder obrero revolucionario altamente desarrollado y armado que plantearía la confrontación directa, clase contra clase. Por último, su observación denigratoria acerca de ‘insignificantes grupúsculos sin presencia en las luchas obreras y populares’ no es más que la expresión sintomática de un sectario, propenso a la defensa acritica del oportunismo democratizante que defiende, aún al precio de discriminar a otros luchadores obreros y populares, sobre los que poco sabe, por el sencillo hecho de que piensan distinto o se atreven a criticar los despropósitos de su secta. En cuanto al ‘ridículo’ , sabe lo que es ridículo, por no decir patético, ridiculo es acordarse de la unidad de la izquierda por cuestiones de supervivencia electoral. Ridículo es ensalzar el objetivo de obtener parlamentarios desarrollando un mensaje democratizante y minimalista en la agitación electoral.Ridículos son los auspicios comunes con Gelblung. Ridículo es decir que no hay problema con que se vote a Cristina, pero, de ahí para abajo a la izquierda. Ridículo es hablar del ‘Gobierno de los trabajadores’ sin explicar que un gobierno de este tipo es impotente si no surge de una revolución triunfante y no del ejercicio de la Saénz Peña. En fin, hay muchos ‘ridículos’ y nadie está exento. Cuando la ironía esté en poder, podremos reírnos de ellos. Pero el uso ‘inquisitorio’ que usted hace del mismo es nauseabundo. Más vale, mire por casa, antes de hablar de modo tan imprudente.

  6. […] con Rolando Astarita)”, en el blog del IPS, Diego Lotito, responde a mi crítica (véase http://www.ips.org.ar/?p=3775). Esta crítica fue reproducida en otros blogs cercanos al PTS. Respondo a las cuestiones […]

  7. Martin Argo dice:

    Usted puede tomarlo como deseé, pero a mí no me parece una acusación honesta -vale decir: es una mentira, y expliqué por qué- decir que Castillo o el FIT ocultan la verdad a los trabajadores. ¡No es usted el único con derecho a ofenderse! En mi opinión son usted y Ana quienes deberían retractarse -por nod decir disculparse- de una acusación que encuentro como mínimo maliciosa.

    Es llamativa, por lo demás, la doble faz del argumento de Astarita (y ahora también suyo): Por un lado, forzar la renuncia de un funcionario sería un desacierto (porque no sería más que un cambio de fusibles que le lavaría la cara al gobierno), por otro lado es un desacierto porque no se puede lograr (de lo cual cabe deducir que la consigna sería correcta si fuera alcanzable, ¡pero precisamente eso es lo que acaba de ser negado en la primera parte del «argumento»!).
    También esta contradicción habla de una cierta deshonestidad, de una voluntad de criticar negativamente a Castillo y al FIT a como de lugar, por sí o por no, por blanco y/o por negro. ¿No será mucho?

    Por lo demás, no entiendo por qué la defensa de esta consigna debería ser «incondicional». ¡Ni siquiera parece que el propio Castillo haya exigido eso!
    Por mi parte, no atribuyo importancia crucial al planteo de Castillo, pero sí encuentro francamente nefastas las críticas que Astarita (y ahora Ana y usted) le hacen. Especialmente por el tipo de ¿fundamentación? que quieren dar a sus críticas.

    En otro lado (http://argentina.indymedia.org/news/2011/10/795519_comment.php#795780), me tomé el trabajo de explicar por qué entiendo que las tesis de Astarita y similares, además de sustituir la acción militante por la crítica puramente doctrinaria y teórica –o por la mera propaganda-, esconden una actitud conservadora detrás de un radicalismo sólo aparente (conservadurismo que, de todos modos, es bastante visible en sus -la de AP- críticas al FIT: «No se puede esto ni aquello tampoco», «en diciembre 2001 prácticamente no pasó nada», etc.)

    Si generalizamos su idea de que acusar, combatir con la movilización, y condenar a los responsables directos y políticos de ataques contra luchadores obreros y populares no constituye ningún avance, entonces debemos concluir que hemos cometido un error al movilizarnos contra los asesinos (inmediatos y mediatos) de Darío y Maxi (en lo que obtuvimos un éxito limitado) y contra los responsables del asesinato de Mariano Ferreyra (caso en el que creo que pudimos llegar algo más lejos, y todavía esta lucha no terminó).
    Parece ser usted de aquellos que renuncian a una lucha antes de emprenderla. Por mi parte, me enorgullezco de no ser así y, por el contrario, creo que hemos hecho lo correcto en prescindir de gratuitas elucubraciones futurológicas y salir a reclamar y perseguir lo que a personas como usted, que no mueven un dedo más que para escribir, le habría parecido imposible de antemano.
    Tal como veo yo las cosas, es gente como la que milita en el frente de izquierda la que, sean cuales fueren sus limitaciones, va convirtiendo lo imposible en posible.

    Se llena usted la boca con la palabra “secta” pero no sabe cómo usarla correctamente, porque en primer lugar yo no milito en ninguna de las organizaciones que integran el FIT y, en segundo lugar, corresponde llamar “sectarios” a quienes anteponen -como hace usted- su “pequeña verdad” a la posibilidad de una acción más amplia de cara a las masas y no de cara al pequeño y vicioso círculo de discutidores virtuales, olvidándose de aquello que dijo Marx sobre que un paso adelante del movimiento representa un progreso mayor que mil programas en el papel.

    Y no se queje tanto por mis modos, porque ya tuve ocasión de comentarle que las hipérboles que empleó en posts anteriores estaba fuera de lugar. Si cree que su medicina es buena para los demás, no tema consumir alguna dosis usted mismo.

    Veo, finalmente, que no me equivoqué al adivinar, detrás de sus supuestamente racionales críticas, una considerable dosis de veneno contra el frente de izquierda. Me alegro de que mi intervención haya servido para que lo exteriorice, así quienes debemos sufrir sus posts no nos llamamos a engaño sobre la utilidad y la seriedad de discutir con usted.

  8. AP dice:

    Compañero Martín. Empezando por el final. Usted se alegra de que su ‘intervención’ haya servido para yo vomite todo mi ‘veneno’. Parece ser que su función es ‘arrancar confesiones’, descubrir a los ‘enemigos del partido’. Se acuerda de los juicios de Moscú?
    Para usted solo son serios y útiles los comentarios que implican alabanzas o simples acotaciones decorativas. SUFRE LAS CRÍTICAS y se ve forzado a replicarlas con descalificaciones basadas e supuestos armados para la ocasión. Usted sostiene que miento cuando afirmo que Castillo o el FIT ocultan la verdad a los trabajadores. Pues bien, le reitero a todo efecto que sostener que se pueden abrir los archivos de la SI o directamente disolverla mediante la ‘movilización popular’ es falso y por ende es ocultar la verdad que ello solo puede lograrse mediante la toma del poder. Usted lo confunde de ex profeso con la renuncia de un ministro ante un amplio cuestionamiento popular, algo que si se puede lograr bajo el régimen capitalista, aunque su resultado no altere la relación de fuerzas. Pero ahora resulta ser que los planteos que discutimos no son tan importantes, lo importante es el ‘conservadurismo’ que se esconde tras de las críticas (las siniestras intenciones) una especie de quietismo que bocha toda iniciativa práctica de lucha. Desde ese lugar que me endilga, pega un salto acrobático y me hace decir que era equivocado movilizarse y luchar por los compañeros Darío y Maxi o por el compañero Mariano Ferreyra y por que no agregar, por los compañeros Sobrero y Portoreal. ESTO ES UNA BARBARIDAD¡ no hay ninguna de las instancias que usted ha citado que no haya contado con mi concurso personal y político. La lucha contra la represión ejercida por el estado capitalista es una obligación de principios para todo militante revolucionario a través de todos los medios a nuestro alcance, la movilización, la protesta, la huelga y todos los métodos de acción directa, sin descartar las acciones legales por obtener el máximo de condena dentro de la limitada justicia burguesa. Ello no significa centralizar el contenido de la propaganda en los cambios de figuras políticas. Ello no significa plantear absurdos como al aparato de represión se lo pueda disolver a través de una inespecífica ‘movilización popular’. Su acusa de que personas como yo no mueven un dedo más que para escribir, es solo un corolario gratuito del ramillete de infamias que todos los sectarios (militen o no en una secta) lanzan contra aquellos que no se someten a las posiciones de los aparatos. Lo del ‘círculo vicioso de discutidores virtuales’ exime de mayores comentarios. En todo caso, usted le pertenece por entero. ‘Un paso adelante del movimiento vale más que cien programas’. Cuantas veces escuché esa frase amputada en casi cuarenta años de militancia. Es el recurso más frecuente de los oportunistas. La cita, acto seguido, dice, pero siempre y cuando no se trafique con los principios y acto seguido remarca: ‘No trafiquen con los principios¡’
    Aunque no le haya parecido serio o útil, gracias por la atención y la de los lectores del blog.

    • Martin Argo dice:

      No creo haberle “arrancado” confesión alguna. Más bien, creo que Ud. vomitó su veneno por propio impulso. Yo sólo proporcioné la ocasión.

      Pensándolo un poco… ¿Debería ofenderme por la (ridícula, estúpida) comparación que hace Ud. entre mi persona y los torturadores del régimen staliniano?

      O, más en profundidad: ¿Cómo correspondería calificar a alguien que me acusa de someterlo a torturas por haberle respondido sus posteos?

      Para no extenderme, señalaré que no son sus críticas las que, según dije, conllevan sufrimiento para quien lea sus posteos (en verdad, como críticas las suyas no son consistentes).
      Lo que causa sufrimiento es el temperamento autista con que son formuladas sus posiciones.

      No me extenderé sobre la corrección o no de reclamar la renuncia de un funcionario.
      Puede ser materia de debate su conveniencia o no en tal o cual caso particular, pero lo que Astarita plantea es una cuestión general, de principios.

      Como yo nunca quise defender a ultranza este planteo particular de Castillo (no milito en el PTS y ni siquiera simpatizo con él, sino que apoyo al Frente de Izquierda), y más bien me proponía rechazar las críticas extremadamente perjudiciales que se le dirigieron Astarita y usted, no veo la necesidad de responder específicamente el reclamo de apertura de los archivos de la SI.

      Mi discusión -como la de Astarita- es más general, y por eso le respondí en esa dirección: Si por principio, de modo general -como postula Astarita- no fuera útil y progresivo reclamar el castigo de individuos comprometidos en la represión de nuestros compañeros, no deberíamos habernos movilizado por el asesinato de Mariano Ferreyra.

      Como también señalé, la crítica de Astarita es a dos bandas, y sólo por eso debe ser invalidada: Según puede leerse en sus farragosas críticas, exigir el castigo a Fernández sería incorrecto porque se trata de un reclamo irrealizable pero, al mismo tiempo, si fuera realizable sería incorrecto porque… serviría para lavarle la cara al gobierno, al sistema, bla bla bla (¿Cuántas veces deberé insistir en esta inconsistencia lógica para que usted la entienda?).

      Ahora, si estas respuestas a usted le causan taquicardia, o le hacen sentir que ha caído en una contradicción, sencillamente es usted -no yo- el que debería reflexionar al respecto.

      Saludos.

    • Ana dice:

      Gracias AP por el trabajo de contestar tan educadamente.
      Cuando leí los comentarios se me fueron las ganas de contestar, pensé que era inútil perder el tiempo.
      Saludos, camarada.

  9. Ezequiel dice:

    No es este un tema que haya profundizado, así que no puedo opinar, pero me gustaría clarificar lo siguiente:

    Martín dice:

    «Mi discusión -como la de Astarita- es más general, y por eso le respondí en esa dirección: Si por principio, de modo general -como postula Astarita- no fuera útil y progresivo reclamar el castigo de individuos comprometidos en la represión de nuestros compañeros, no deberíamos habernos movilizado por el asesinato de Mariano Ferreyra.»

    Nadie está en contra de la movilización, muy por el contrario. Lo que se critica es específicamente la «consigna» que debería ser reemplazada por otra argumentación. Cito a Astarita:

    «La idea que defiendo es opuesta a la anterior. Sostengo que la crítica debe apuntar al fondo del problema, porque el ataque a Sobrero no es producto del odio personal de Aníbal Fernández a los “troskos”, sino el resultado de una orientación del Estado en defensa del capital.»

    Cito de nuevo a Martín:
    «Como también señalé, la crítica de Astarita es a dos bandas, y sólo por eso debe ser invalidada: Según puede leerse en sus farragosas críticas, exigir el castigo a Fernández sería incorrecto porque se trata de un reclamo irrealizable pero, al mismo tiempo, si fuera realizable sería incorrecto porque… serviría para lavarle la cara al gobierno, al sistema, bla bla bla (¿Cuántas veces deberé insistir en esta inconsistencia lógica para que usted la entienda?).»

    Si pudiera citar a Astarita diciendo que la renuncia de Fernández (o de cualquier ministro) es irrealizable, su crítica sería atendible (o no, pero estaría fundada en el texto real).
    Sin embargo, no he podido encontrar tal cosa en los artículos. Por el contrario, lo que se dice irrealizable es el asunto de abrir los archivos de la SI y lo de la comisión investigadora independiente.

    Saludos.

  10. AP dice:

    Compañero Martín. En efecto y como usted lo dice, sus intervenciones son una ocasión para el vómito. ¿Debería ofenderse por compararlo con los torturadores del régimen estaliniano? En absoluto. Se ve que ganas no le faltan, de lo que carece es de la Lubianka o la GPU. Paciencia, ya vendrán tiempos mejores.¿Como correspondería calificar a alguien que lo acusa de someterlo a torturas por haber respondido a sus posteos?
    Como alguien que ha comprendido muy bien sus métodos, por más que en esta etapa solo puedan expresarse como amalgamas, caricaturización de posiciones ajenas o directos falseamientos, embrollos, para encubrir su adulación por la infalibilidad de los aparatos sectarios. Es evidente por la febrilidad con salió a embarrar la cancha, que el que le hayan plantado la bandera en la propia, le duele y le duele mucho, precisamente por las críticas son muy consistentes. Ahora resulta ser que, como dice en su último post, la cuestión de la renuncia de tal o cual funcionario no es cuestión tan importante. La indigencia teórica para responder se escuda tras de este párrafo vergonzante:’Como yo nunca quise defender a ultranza este planteo particular de Castillo (No milito en el PTS, ni siquiera simpatizo con el, sino que apoyo al Frente de Izquierda)y más bien me proponía rechazar las críticas extremadamente perjudiciales que se le dirigieron a Astarita y usted (Contrarrevolucionarios? Servicios? -intercalado mío) no veo la necesidad de responder específicamente al reclamo de apertura de los archivos de la SI.’ A ello agrego, y de la disolución de la SI y por que no, de la ‘disolución del aparato represivo’. Compañero. Usted no puede responder, por que tiene miedo de mirar la verdad cara a cara, no sea caso se le caigan a pedazos los sagrados mitos. En otro plano, la ‘inconsistencia lógica’ que no podemos entender a fuerza de que usted se repita a si mismo una y otra vez, no se entiende por que, sencillamente es una burda amalgama. Yo nunca he afirmado que la renuncia de un ministro no sea obtenible bajo el capitalismo. Astarita se ha expresado en idéntico sentido. Es más, se lo ha reiterado en cuatro lenguas. Lo que se discute es cuan pertinente pueda ser para mejorar la relación de fuerzas, con más razón en una situación no revolucionaria. Lo que yo he dicho y hasta donde conozco, Astarita se ha expresado en idéntico sentido, es que para abrir los archivos de la SI, se necesita de un poder obrero revolucionario y, agrego, para destruir, no ‘disolver’ a la SI, como si fuera un acto legal de gobierno, se necesita de una revolución en armas. De allí usted despega cual magnífico cohete a hacerme decir que entonces, no había que haberse movilizado por el asesinato de Mariano Ferreyra o reclamado por el castigo a los represores de nuestros compañeros. Ya le he contestado que decir eso es una infamia. Luchamos por la libertad de nuestros compañeros presos y por el desprocesamiento de los luchadores populares. Luchamos, ante la imposibilidad de aplicar una justicia revolucionaria hoy, por obtener el máximo castigo del código penal burgués para con los responsables materiales e intelectuales. Ponemos esa lucha en los marcos de explicar que la represión no es privativa de la dictadura militar, sino, inherente a la dictadura de clase y por tanto a la democracia capitalista y en absoluto exclusividad de tal o cual gobierno. Ello no obsta reconocer y denunciar, que cada gobierno de turno, como junta general de negocios y brazo ejecutor de la política capitalista tiene responsabilidad ideológica y por tanto penal. Luchamos por demostrarlo para que también el personal político vaya a la cárcel. Pero eso es una lucha legal que apoyamos desde la movilización obrera y popular. Exigir renuncias o ‘Que se vaya’ y sobremanera desde nuestra propia fatuidad, es otra cosa. Es concentrar el planteo político en el recambio de figuritas. Eso es lo que usted no entiende.
    Respecto del efecto que me causan sus post. No es taquicardia, sino más bien, bradicardia, sopor post prandial con cierta dispepsia gástrica, también algo de orquitis.
    Saludos.
    PD. Nuestra discusión comenzó cuando usted se puso de la chapa por que en una crítica que usted caracterizó como ‘grosera y ofensiva para el kirchnerismo’ osé disentir con las sagradas ‘jornadas revolucionarias del 2001’. Muchas vueltas dio, pero terminó comiendo tierra y se calló la boca. Lo mismo ocurrió en la polémica sobre el balance ‘desorbitado’ de E. Sartelli. Persevere, dicen que la tercera es la vencida. Haga méritos, no lo vayan a degradar.

  11. roberto dice:

    Martín Argo: te vas en adjetivos descalificativos, forzando los límites de lo tolerable.
    Calculo que lo justificarás diciendo que es el método «proletario» de discutir, pero en el fondo no es más que una forma de desacreditar al que opina distinto y de tratar de desalentarlo.
    Lamentablemente no causa sorpresa. Leyendo algunos debates de la izquierda es común encontrarse con cosas por el estilo.
    Estoy sumamente convencido que la recomposición del marxismo tiene que ver con algo muy distinto

  12. Martin Argo dice:

    El punto es que una parte de la crítica de Astarita (y de AP) está basada en un criterio diametralmente opuesto a la otra parte de la crítica. Es como si alguien invalidara una plataforma política a medias usando argumentas radicales y a medias usando argumentos conservadores. Hay una dualidad de criterios que pone en evidencia una falla crucial (por decirlo suavemente) en el crítico.

    De todos modos, no hay ninguna razón de principios –como me cansé ya de aclarar en otra parte- para prejuzgar cuáles reclamos son alcanzables más o menos próximamente y cuales no. No voy a volver sobre este punto ahora.

    Por otra parte, hay que ser chanta para acusar a Castillo o al FIT de haber sugerido que el ataque a Sobrero expresa un odio particular de Aníbal Fernández, y no una orientación general del estado en función de los intereses de la clase dominante! ¡Todo lo contrario!
    ¡Cite algún texto de Castillo -o de cualquier dirigente del FIT- que dé a entender semejante macana!

    El resto de los aspectos que usted comenta a propósito de las formulaciones de Astarita, sólo sirven para poner de relieve que Astarita constantemente argumenta de un modo contradictorio: «no sirve escarmentar a un responsable de la represión pero, de todos modos, estoy a favor de que se lo escarmiente», «sin la toma del poder tal demanda no puede obtenerse pero, bueno, eventualmente sí puede obtenerse», etc. etc.

    Noté que Ud. posteó en el blog de Astarita, así que sabe bien cómo argumenté mis críticas. No veo la necesidad de repetirlo acá, especialmente porque Astarita se cuida muy bien de intervenir en cualquier foro que no sea su propio blog, donde se sabe acompañado por una comparsa de «fans».

    Saludos.

  13. Martin Argo dice:

    Ché, Wal… te veo un poco obsesionado conmigo (que hace semanas no intervengo en este foro). Aflojá, flaco.

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